"Para mí, aunque quizás no tenga un objetivo concreto, la literatura y la expresión escrita posee mucho poder. Y si bien no sea un mecanismo para cambiar nada ni a nadie, al menos hace que tengas un mejor día y más llevadera la vida... que aquí en nuestra jodida Lima ya es mucho"

Hernán

martes, 11 de marzo de 2008

El frágil laberinto del general

Sudamérica aún duerme la noche de sus caudillos. Aquellos que dejaron que la Metrópoli se fuera tranquila con las arcas llenas de indemnización y que nosotros, con todos los elementos para poder conseguir una sólida integración, aún estemos esperando que un Bolívar nos saque del agujero. Un Bolívar que dicho sea de paso murió solo, que dividió a Sudamérica a sus anchas, y que más que unirla bajo una sola bandera común quería unirla bajo su propia bandera.

A diferencia de Bolívar, Chávez maneja petróleo y mucho poder de influencia en un continente que ebulle de gritos de reivindaciones sociales. Gritos que aclaman por un libertador y que creen ver en Hugo Chávez a aquel Bolívar prometido que traerá el salmo de los nuevos tiempos a la región. El modelo planteado por él y sus allegados Morales y Correa no es el modelo que sus vecinos más próximos siguen: Colombia y Perú, más orientados a una política liberal que interpretan la integración en una clave distinta.

¿Qué se hace en esos casos? Sacar a los gobernantes, con sistema y todo, por la ventana. O hacer una guerra hegemónica, una de las tantas que ya tuvo Europa (aquella de la actual Unión Europea). A Colombia nadie pudo apoyar abiertamente porque cometió una falta grave. Y era necesario, para Correa, saber si Alan García estaba o con él o con Uribe. Alan le recitó el monólogo de Segismundo de La vida es sueño, aquel de su discurso de llegada al país. Quizás Correa no vio las noticias por esos años.

Perú no podía apoyar por ningún motivo a Colombia. No solo porque apoyaría ese hecho antijurídico de violación de soberanía, sino que Ecuador sacaría debajo de la manga su histórica carta chilena, histórica porque Chile, como parte de su plan geopolítico, será siempre aliado de Ecuador en contra de intereses peruanos, sino porque García quedaría como Uribe: con tropas en las puertas de Tumbes y en Arica. Ni qué decir Evo, o quizás ni haría falta que mande a su ejército a tomar el sol en el lago Titicaca.

Ahí entrarían a tallar la influencia para uno u otro lado de Brasil y Argentina, y de los demás países del Mercosur. Y esto ya parecería las Eliminatorias al Mundial de Fútbol. Asimismo saldrían viejas heridas: la Patagonia, las Malvinas, la guerra del Pacífico, el Chaco, y tantas otras que hacen de nuestro joven continente un potencial polvorín irresponsablemente utilizado por Chávez. No es exagerado pensar esto. Basta solo haber visto algo de las noticias los últimos días.

La integración que se busca en Sudamérica aún está muy lejos si todavía se tienen caudillos sueltos. En Europa, su aún muy imperfecto modelo de integración no se logró porque franceses y alemanes se hayan unido en una larga noche romántica para olvidar sus viejos rencores. No. Business are business. No es nada personal, es cuestión de negocios.

Si hay un imperialismo que nos amenaza a todos, con pequeños imperialismos de juguete con sabor a burrito sabanero no lograremos hacer que todos avancemos para un solo lado, sea este el lado que sea. Esa, por ahora, es harina de otro costal (costal distinto al de nuestros nacionalismos exacerbados, dicho sea de paso).
Fuente de la foto: AllPosters.com

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